Una vez más, el Evangelio de este domingo nos da unas pautas para vivir mejor nuestro fe en Cristo. Siguiendo con el hilo del Sermón de la Montaña, en este quinto domingo del Tiempo Ordinario, el texto de Mt 5, 13-16 nos presenta a Jesús hablando a sus discípulos y animándoles a vivir en plenitud lo que ellos ya son: luz del mundo y sal de la tierra. Porque conocer a Jesús y su Buena Nueva, amplifica nuestro modo de ver la vida, al punto que las cosas más amargas pueden convertirse en fuente de vida. Y de eso es lo que os hablo en mi vídeo de esta semana.
Como podréis ver en el vídeo, he tratado de buscar un sitio adecuado que ayude a comprender el texto evangélico. Si Jesús decía estas cosas desde lo alto de un monte, pues qué mejor que dirigirme a uno y grabar desde allí. El sitio elegido fue el Monte de San Pedro, en A Coruña, y aunque el día que grabamos hubo un viento muy fuerte que casi tiró abajo las cámaras, he de insistir que es un sitio precioso para visitar para descansar, meditar y desconectar de los ajetreos de cada día.
Este fue el mismo sitio desde donde grabé el vídeo de la semana pasada, cuando Jesús enunció las Bienaventuranzas, aquellos reiterados y confortantes «dichosos» que iluminan las etapas de sufrimiento que solemos vivir cada día. Pero como este año, el domingo coincidía con la Fiesta de la Presentación del Señor, en las misas dominicales se omitió este párrafo evangélico. Aún así, os lo dejo aquí para que podáis verlo y disfrutéis con los paisajes llenos de verdor.
Aprovecho para deciros que este domingo publicaré un vídeo muy especial sobre mi peregrinación al Santuario de la Virgen de Lourdes, en Francia. Tenía ganas de ir allí, y así lo vine diciendo por Twitter, aunque sin tener claro de cuándo podría ir. Si me sigues por Instagram, ya habrás visto algunas publicaciones sobre mi estancia allí, de fines de enero. Así que procura suscribirte al canal de YouTube para que no te lo pierdas!