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El Covid-19 no es un castigo de Dios 😰💒

3 abril 2020
El Coronavirus NO ES UN CASTIGO DE DIOS 😰 La visión de la Iglesia Católica 💒

Una devoción desobediente

Hace un mes publiqué el vídeo «Coronavirus y católicos fanáticos» y, lejos de lo que me hubiese imaginado, ya se ha convertido en el más visto, comentado y criticado de mi canal de YouTube. La verdad, la virulencia de los comentarios durante las primeras semanas fue tal, que silencié las notificaciones de la aplicación, optando por revisarlos y contestarlos sólo por las noches.

En esos días, mi preocupación giraba en torno a una religiosidad tóxica que ponía por encima de todo el mantener sus prácticas de devoción, desobedeciendo las indicaciones que venía dando la Iglesia y las autoridades sanitarias en la lucha contra la expansión del coronavirus. Muchos me respondieron con insultos, ninguneándome, negando que fuese sacerdote, y que si lo era, es porque soy un modernista, mundano, hereje, y que terminaría en el fuego de infierno por mi falta de fe o mi poco respeto con la Eucaristía, que debía ser recibida en la mano siempre. Aún así, muchas cosas me las he tomado con humor.

Un Dios ¿castigador?

Semanas después, y luego de ver el aumento de los profetas de calamidades que empezaban a proclamar a los cuatro vientos que la pandemia del covid-19 era un castigo enviado por Dios, me propuse hacer una nueva vídeo reacción. Me percaté, también, que los amantes de un Dios castigador suelen tener ínfulas de perfectos, le tienen tirria al Papa Francisco calificándole de ser un Pontífice de escasa doctrina, y añorando los «anatema sint» de siglos atrás. Incluso alguno ya se ha lanzado a culparle de este «castigo divino».

Si preparaba mi guión basándome en las homilías, cartas, o gestos del actual Papa, no les iba a dar una respuesta satisfactoria. Por tanto, era necesario que los argumentos a favor del «Dios no castiga» procediesen de una autoridad reconocida por todos, y cuyas palabras fuesen capaces de tumbar las bases de los más enceguecidos. No tenía que ser mi opinión contra la de ellos, ni tampoco tenía que dar pie a discusiones interminables, de argumentos y contra-argumentos. Debía ser una respuesta que iluminase a todos, y que pueda dar luz en medio de tanto dolor, muerte y oscuridad en la que estamos viviendo.

Los atentados del 11-S

Luego de los atentados de las Torres Gemelas de 2001, el recordado 11-S, el Cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex- Santo Oficio), fue entrevistado en Radio Vaticana para hablar de su reciente libro «Dios y el mundo». Teniendo en cuenta la coyuntura en la que estaban en ese momento, la reportera Antonella Palermo le dirigió diversas preguntas sobre Dios, el mundo, el fanatismo religioso, la guerra justa, y cómo se debe entender este tipo de sucesos nefastos que se cobran tantas vidas. Es más, llegan a decirse:

–¿Qué es el castigo en la lógica de Dios?

–Cardenal Ratzinger: Dios no nos hace el mal; ello iría contra la esencia de Dios, que no quiere el mal. Pero la consecuencia interior del pecado es que sentiré un día las consecuencias inherentes al mal mismo. No es Dios quien nos impone algún mal para curarnos, pero Dios me deja, por así decirlo, a la lógica de mi acción y, dejado a esta lógica de mi acción, soy ya castigado por la esencia de mi mal.  

TRANSCRIPCIÓN de la entrevista
realizada por la agencia zenit el 13 de mayo de 2005

Esta entrevista es sumamente iluminadora, y la respuesta del Prefecto era contundente. Ni aquellos atentados, ni los males que sufrimos en este mundo pueden ser entendidos como un castigo, ni siquiera para «curarnos» de nuestras malas obras. Pero claro, si sólo citaba ésta entrevista, los argumentos de los defensores del «castigo de Dios» se hubiesen mantenido intactos. Hizo falta hacer una búsqueda más pausada que les diesen respuesta.

El Tsunami de Japón

En una transmisión de Radio María italiana (16/03/2011), el profesor de teología Roberto de Mattei señaló que el terremoto y consecutivo tsunami que destruyó parte de Japón aquel año, había sido un “castigo de Dios”. Eso desató tal polémica, que la misma Secretaría de Estado (Santa Sede), aprobó, palabra por palabra, una respuesta a la tesis de De Mattei, y que fue publicada en La Civiltà Cattolica (21/05/2011), con la firma del jesuita Giandomenico Mucci, titulada «La verdad y el escándalo».

La réplica de De Mattei llegó el 1 de junio en el sitio «Misa en Latín» en italiano. Afirmaba que sus tesis «están basadas, palabra por palabra, en el Catecismo de la Iglesia Católica, en la teología de San Agustín y de Santo Tomás de Aquino y en las palabras de innumerables santos”, añadiendo que el mismo Benedicto XVI, en su Audiencia General del 18 de mayo, al comentar la oración de Abraham a Dios para que perdonase a Sodoma y Gomorra, dijo que “no es el castigo el que debe ser eliminado, sino el pecado, ese rechazar a Dios y el amor que ya lleva en sí mismo el castigo”.

Hice una encuesta, y me sorprendió los argumentos de quienes defienden al «Dios castigador», que curiosamente son los mismos de De Mattei.

La tensión llegó a tal punto que la Santa Sede, bajo el pontificado de Benedicto XVI, decidió publicar en el diario oficial “L’Osservatore Romano” (14/06/2011) un artículo denominado «Castigo y Misericordia. Ante el misterio del sufrimiento y de la muerte», que había encargado al connotado teólogo Inos Biffi. Este era profesor emérito de teología sistemática e historia de la teología de la Facultad de Teología de Italia Septentrional y de la Facultad de Teología de Lugano (Suiza); doctor agregado de la Biblioteca Ambrosiana, miembro de la Pontificia Academia Santo Tomás de Aquino y de la Pontificia Academia Teológica, Presidente del Instituto para la Historia de la Teología Medieval de Milán y director del Instituto de Historia de la Teología de la Facultad de Teología de Lugano. Vamos, era el mejor preparado para dar una respuesta teológica y en nombre de la Iglesia.

«El dolor como puro castigo, encaminado a compensar y a equiparar en cierto modo la culpa, nunca ha existido y no es tampoco pensable. Desde el principio Dios elevó a la tribulación del hombre ya sea el carácter oscuro de la absurda fatalidad y del incidente irrazonable, o ya sea el de la finalidad aflictiva capaz de aplacar su ira. Tal persuasión rebelaría una concepción pagana de Dios y de sus sentimientos.»

Inos biffi, «castigo y misericordia.
Ante el misterio del sufrimiento y de la muerte»

En resumen

Estos dos artículos, que encontré en el blog del periodista Sandro Magister y que podéis ver en su original italiano, junto con la entrevista hecha al entonces Cardenal Ratzinger, representan aquella respuesta paciente, detallada y equilibrada por parte de la Iglesia a los que, cerrados en su idea, defienden que el covid-19 es un castigo de Dios. Y no, esa idea no se sostiene. Pero claro, nunca nos faltará ocasión para escucharles y tratarles de mostrar el bello rostro de un Dios, que basado en su justicia, no envía castigos al mundo, sino que acompaña y sostiene al que sufre en su cuerpo o en su espíritu.